Hombre honesto y de carácter pacífico, Antonio Gallego Visglerio pagó con su vida su fuerte compromiso con la República y con todo lo que ésta representaba en favor de los más desfavorecidos.
Compromiso que, en condición de concejal, adquirió en la primera corporación republicana alcalaína y que llevaría más allá con sus dos nombramientos como alcalde, el primero el 14 de octubre de 1933, y el segundo y último el 21 de febrero del 36, tras el triunfo del Frente Popular y bajo las siglas de Unión Republicana.
Propietario del ‘Café Los Serios’ y de un camión de mercancías, la figura y acción política de Antonio Gallego (impulso el abastecimiento de agua) no chocó con su religiosidad, esa misma que le llevó a socorrer con su propio dinero a las monjas del Beaterio de Jesús, María y José de Alcalá de los Gazules.
Honestidad, moderación y religiosidad que no le sirvieron para, al igual que otro medio centenar de conciudadanos, salvar la vida.
Detenido el día 21 de julio por fuerzas de la Guardia Civil y falangistas de Alcalá, fue conducido a la Cárcel de Medina Sidonia junto a varios concejales del Frente Popular, allí permaneció detenido tres días, cuando lo sacaron para asesinarlo, probablemente con el concejal y ex alcalde alcalaíno José Sandoval Moreno en algún paraje entre Paterna y San José del Valle.
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