Hasta en cuatro ocasiones (1932-1936) ocupó Ramón Dávila la Alcaldía de Paterna, uno de los municipios gaditanos que de forma más cruenta sufrió y pagó la defensa de las libertades tras el golpe del 36.
Una población, Paterna de Rivera, que la noche del 23 de julio, con el cercado al cuartel de la Guardia Civil, vio bañadas de sangre sus calles con la muerte de catorce vecinos.
Fue el inicio de una dura represión, que sufrieron especialmente las mujeres, y el punto y final a una carrera política marcada por la lucha constante por el derecho al trabajo de los campesinos y el laicismo.
Aquella noche, Ramón Dávila, como otros tantos paterneros, inició una huida que los represores se cobraron con el apresamiento, tortura y asesinato de su hijo Juan junto al cementerio.
Suerte que, años más tarde, en las inmediaciones de Lanjarón, también corrió su hijo Diego junto a otro partenero, Diego Torres.
Las Piletas, el arroyo Alquitón y la finca Lagar de Misa, en ésta bajo el suelo de un gallinero, fueron sus escondites hasta que el 29 de octubre de 1941 se entregó a la Guardia Civil.
Encarcelado en Paterna y, posteriormente, en Medina, a mediados de los 50 fue puesto en libertad, marchando a Cádiz, donde ejerció su oficio de zapatero. Años más tarde regresó a Paterna, donde el 6 de febrero de 1968 falleció en su domicilio de la calle Ahorcados.
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