Luis Vega representa el dolor, la dignidad y la esperanza, casi eterna, de aquellas personas y familias de la comarca de La Janda cuya vida ha estado tristemente marcada por una de las páginas más negras de la historia reciente de España.
Una vida, la suya, que se truncó el mismo 19 de julio del 36, cuando tres falangistas se llevaron a su madre, Catalina, a rastras para, cuatro días después, asesinarla. Un mes después, su padre, Francisco, miembro de la CNT, correría la misma suerte.