Tal y como ocurriera en la mayoría de pueblos de España y también de la Janda, en Zahara de los Atunes, los maestros fueron objeto de persecución y represalias. En el caso de la entonces pedanía de Vejer de la Frontera, se llevaron a cabo varias detenciones, algunas de las cuales acabaron con la ejecución de los apresados.
Tal fue el caso del maestro Manuel Abel Romero, al que se le aplicó el Bando de Guerra. Pese a ser asesinado en los primeros días del Golpe de Estado, en 1940 una comisión depuradora lo separó del cuerpo de magisterio, lo que demuestra la crueldad represiva aplicada.